GRENOBLE - LE PUY EN VELAY
Nos disponíamos a comenzar la despetida de Alpes y el regreso a casa que lo habíamos programado en dos jornadas moteras. La idea era terminar el día en
Rocamadour pero como todo motero conoce, sabes donde comienzas pero no donde puedes acabar. Y así sucedió. Después de un buen desayuno nos despedimos de
Grenoble y comenzamos la travesía por el centro de
Francia. Las jornadas anteriores nos habían machacado y aquellas pequeñas, aunque bien asfaltadas carreteras, nos ponían nerviosos. Además el cielo adquiría unos colores que no presagiaba nada bueno. Como así sucedió. A medida que nos acercábamos a
Le Puy en Velay aquello se ponía peor y a cuatro kilómetros de la ciudad descargó todo el agua y granizo que quiso. No encontramos refugio alguno y terminamos en una gasolinera en
Le Puy empapados hasta las cejas, así que no tuvimos otro remedio que pernoctar en
Le Puy en Velay. Nos refugiamos en el primer hotel que encontramos en el centro de la
ciudad y la habitación la convertimos en un auténtico tendedero de ropa.
Después de asearnos y tomar aliento, sobre las cinco de la tarde nos
convertimos en turistas de a pie. Habíamos leido las maravillas de
Le Puy en Velay que en un principio era una ciudad de paso para nosotros, aunque hemos de reconocer que
Le Puy bien merece ser visitada. Es un pueblo antiguo localizado dentro de la ruta francesa del
Camino de Santiago, y donde la magestuosidad de su catedral es digna de mención. Terminamos el día cenando en una plaza centrica donde un grupo de baile nos amenizó con tangos de salón. Terminó muy bien el día para lo mal que se nos había presentado después de los 216 km recorridos.
Nos disponíamos a comenzar la despetida de Alpes y el regreso a casa que lo habíamos programado en dos jornadas moteras. La idea era terminar el día en Rocamadour pero como todo motero conoce, sabes donde comienzas pero no donde puedes acabar. Y así sucedió. Después de un buen desayuno nos despedimos de Grenoble y comenzamos la travesía por el centro de Francia. Las jornadas anteriores nos habían machacado y aquellas pequeñas, aunque bien asfaltadas carreteras, nos ponían nerviosos. Además el cielo adquiría unos colores que no presagiaba nada bueno. Como así sucedió. A medida que nos acercábamos a Le Puy en Velay aquello se ponía peor y a cuatro kilómetros de la ciudad descargó todo el agua y granizo que quiso. No encontramos refugio alguno y terminamos en una gasolinera en Le Puy empapados hasta las cejas, así que no tuvimos otro remedio que pernoctar en Le Puy en Velay. Nos refugiamos en el primer hotel que encontramos en el centro de la
ciudad y la habitación la convertimos en un auténtico tendedero de ropa.
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