UZTAILAK 15 de JULIO

AOSTA - CHAMONIX


Aosta, pueblo italiano fué dejado atrás, sin antes realizar el plan del día. Fuera de toda previsión, a mi amiga motera se le ocurrió la brillante de idea de desviarnos de la ruta y acercarnos al monte Cervino. Dicho y hecho. Los cientoveinte kilómetros de desvío bien que merecieron la pena.
Cervinia, era un pueblo para esquiadores, montañeros y alpinistas de alto estanding, caro, de mucho nivel, si bien se encontraba a las faldas de una de las cimas mas significativas de los Alpes Italianos : el Cervino. Pasamos un buen rato, nos pateamos la calle principal, hicimos muchas, muchas fotos, comimos y nos encontramos con gente de Donosti que hacia más de veinte años que no les veíamos. Que casualidad. Ellos también hacían una ruta en moto, provenían de Florencia en una scooters dos y medio, y se encontraban de regreso. Nos despedimos y cada uno continuó con su ruta.


Regresamos hacia Aosta. Por cierto la autopista y gasolina en Italia eran carísimas (1,77€/l). Nos dirigimos hacia el paso entre Italia y Suiza denominado el paso del Gran San Bernardo que, devía de ser el hermano mayor del que atravesamos el día anterior. La subida era espectacular, una vez más, había motos por todos los lados, el buen asfalto, constante en todos los Alpes, invitaba a motear. El lugar era idílico, rodeado de montañas, un pequeño lago, al fondo el famoso convento por el que se realizaba el paso a Suiza, ..... Había visitado el lugar en Internet pero en realidad realizar el paso del Gran San Bernardo será uno de los recuerdos más agradables de este viaje.
Habíamos reservado una habitación en el Hotel Le Vert de Chamonix (69€/n), quedaban kilómetros y muy a nuestro pesar nos despedimos de este lugar tan maravilloso. Sobre las siete de la tarde llegábamos a Chamonix, nos acomodamos y nos dirijimos a conocer la ciudad. Elegante, limpia, rica, preparada para el turismo de calidad y  sobre todo en las faldas del Mont Blanc, montaña alpina por excelencia. A la vera del río que atraviesa la ciudad y en un restaurante típico, nos encontramos con una chica de Murcia que, por un precio irrisorio, nos invito a cenar como marqueses. Le debimos caer bien. Después de cenar recorrimos la ciudad rodeados de gente, altas montañas y flores que adornaban sus calles.
Después de pasear un buen rato, cogimos la moto y regresamos al hotel que estaba situado a escasos mil metros del centro de la ciudad. El día había vuelto a ser maravilloso : Cervino, Gran San Bernard y finalmente Chamonix habián resultado preciosos para los 230km que habíamos recorrido.


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